Salió el Nº 24 de la revista Telaraña

Se consigue en todos los kioscos de Paraná.

Las horas del pelado
El pelado se ha propuesto recuperar el tiempo perdido. Esta mañana se levantó medianamente temprano y, mate en mano, se sentó frente a la computadora con la misma actitud de siempre, como diciendo: "Lo hago porque quiero y no porque lo tengo que hacer". Pero hoy, nuestro hombre se propuso iniciar lo mil veces postergado, meter los pies en el barro y crecer, de golpe, en su estatura profesional. "Antes, es importante estar informado", se dijo, y abrió las tapas de los diarios y escaneó con la vista títulos, bajadas y epígrafes. El agua empezaba a lavar despacio la yerba. Y "es fundamental estar comunicado", y recorrió una a una sus cinco cuentas de correo electrónico (pelado@hotmail, @yahoo, @gmail, @serviciodeinternet y @exlaburo a la que todavía no le bloquearon el acceso).
Se levantó de la silla para despedir a su mujer, que partía rumbo al trabajo.
—¿Qué vas a hacer hoy? –le preguntó ella, cuidando cada palabra.
—Hoy voy a empezar –respondió él.
Volvió a la máquina y leyó algunos comunicados: sobre la planta de residuos, sobre el Sistema Integrado Previsional Argentino, el ciclo de cine independiente, el Esparadrapo, los mails de Recinto Net y Página Política. Borró algunas cadenas, una propaganda y tres correos en inglés de personas que tenían nombre parecido al suyo y le anunciaban que se había ganado indescriptibles cifras en euros. Ningún mensaje personal que merezca ser respondido.
Pero hoy se había propuesto empezar, de una vez por todas. "En Internet está todo", se dijo, oportunidades laborales, voluntariados, congresos y encuentros, cursos, carreras, posgrados, pasantías, concursos, certámenes, promociones, algo para hacer. Realizó el recorrido una vez, acabó y lo volvió a hacer. El mate, ya viejo, fue quedando a un lado. Sintió ganas de ir al baño, como cada día a la misma hora, religiosamente.
El pelado necesita estar tranquilo para hacer sus necesidades. Allí sentado meditó, trazó justificaciones sobre su comportamiento de las últimas semanas, sobre por qué hizo lo que hizo y hace lo que hace. Dialogó con las revistas, que le prometieron futuros sobre el bidé. Llegó a algunas conclusiones, pero de tan débiles se fueron con el agua, haciendo remolinos en el fondo del inodoro. Se acomodó un poco esos pelos, esos escasos pelos, se lavó la cara con furia. "Hoy tengo que arrancar", dijo en voz alta, frente al espejo.
Con la mente un poco más clara fue hasta la cocina. Dejó la pava en el fuego y encendió la radio. Mientras el agua se calentaba y él se entregaba al delicado proceso de renovar el mate, recorrió con un dedo el dial entero, de izquierda a derecha, de derecha a izquierda. Jugó a adivinar qué entrevistado estaba hablando en qué FM. En algunos casos, acertó. Se quedó escuchando propagandas y mirando por la ventana un pájaro que comía en el patio del vecino, hasta sentir el ruido previo al hervor.
Con el mate nuevo y las ideas otra vez revueltas, volvió a sentarse frente a la máquina. Insistió en repasar los correos pero no había ningún mensaje nuevo. Respiró hondo, abrió la carpeta Mis Documentos; escudriñó dónde estaba ese archivo con la vista, después con buscador, después lo mismo pero en otra carpeta. Al fin lo encontró y lo abrió y leyó su último currículum, escrito cinco años atrás. Se rió de algunos antecedentes puestos con orgullo, que le parecieron ridículos. "Operador de computadoras PC compatibles, 1992". "Conductor del programa de radio El Carpincho Herido, 1998". "Licenciatura en Comunicación Social pendiente de presentación de tesis". Hizo algunos cambios y se lo mandó por mail a cuatro de sus cinco cuentas. Volvió al baño, se miró, se peinó, se prometió arreglarse la barba. Fue al dormitorio y se cambió el pantalón. Apagó la computadora, apagó la radio, apagó la luz.
Ahora está parado bajo el marco de la puerta. Hoy hace un mes que se quedó sin trabajo y, todavía, lo que más le cuesta es arrancar. En un minuto saldrá a buscar un ciber, porque la impresora hace dos años que no tiene tinta.

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Todo por decir
El jueves 13, a las 20, se presenta en la Facultad de Ciencias de la Educación de Paraná el libro Todo por decir, de José Luis Ferrando.
A continuación, lo publicado en el Nº 23 de Telaraña.

Medios públicos, en debate
Texto: Alfredo Hoffman

El periodista y comunicador paranaense José Luis Ferrando editará en octubre su libro Todo por decir, una reflexión sobre los medios del Estado que aparece en el momento justo: la discusión de una nueva Ley de Radiodifusión. Su propuesta parte de la preocupación ciudadana sobre la contraposición medio público-medio gubernamental, para teorizarla deliberadamente antes de someterla al debate público.

José Luis Ferrando está por editar su primer libro, Todo por decir, una reflexión sobre los medios de comunicación del Estado que pretende ser parte del debate por una nueva Ley de Radiodifusión. Una investigación realizada en Paraná, para la tesis de la carrera de Comunicación Social, es la base de esta publicación; pero también lo es la experiencia cotidiana de trabajo en la radio LT 14, una de las pocas emisoras públicas del país que se salvó del alud privatizador de la década del 90.
“El libro surge a partir de mi doble condición de estudiante de Comunicación y trabajador de LT 14”, reafirma el autor. “Se dio simultáneamente mi entrada a la facultad con mi ingreso a la radio, entonces mi preocupación tuvo que ver siempre con que, más allá de ser trabajador, soy trabajador de las noticias y para trabajar con noticias es necesario que la estructura a uno no lo aplaste a la hora de manejarlas y darlas a conocer en un marco de libertad”.
Ahora, con la edición del libro –que estará a la venta desde octubre–, aunque se abre una etapa nueva cuyos alcances no pueden predefinirse con certeza, también se cierra un proceso: el de la demanda interna de Ferrando por decir todo lo que tenía para decir: “La preocupación venía de que tal vez uno no pueda cambiar las cosas desde su lugar de trabajo, pero sí puede pensarlas. Y eso me llevó unos 11 años hasta que en principio fue un proyecto, fue una charla con compañeros, fue muchas cosas, hasta que un día fue tesis y gracias a eso me recibí en la universidad. Pero siempre la escribí pensando en publicarla hacia fuera y no dejarla en el ámbito académico solamente”. El trabajo –certifica– lo planteó desde un principio en su doble rol de investigador –en tanto estudiante de Comunicación Social– y trabajador.
La propuesta aparece claramente expresada en el primera oración del Prefacio: “Para que los medios de comunicación del Estado lleguen a ser públicos, es necesario que sean estatales pero no gubernamentales”. Y a continuación está más clara aún, al marcar la preocupación ciudadana por que los gobiernos de turno tengan “la menor incidencia posible, si no nula, sobre la línea editorial y las opiniones que en el medio se expresen, sobre todo en temas que puedan molestar al poder”. A esto agrega la necesaria democratización de la comunicación que debe imperar en medios que sostiene la sociedad en su conjunto, para que “la mayor cantidad de sectores puedan hacer escuchar su voz”.
Ferrando nos invita a problematizar y debatir sobre estas preocupaciones: “El libro agrupa en un mismo objeto de estudio territorios conceptuales que aparentemente están separados, pero que si queremos pensar en qué modelo, qué diseño institucional le damos a los medios de comunicación del Estado en este país, cosa que se pudo haber pensado muchas veces pero se discutió muy pocas y se hizo nada en concreto, debemos indagar en ellos y ponerlos en el debate público”, explica. Estos terrenos aparentemente disímiles son el Estado, la sociedad civil, la libertad de expresión y el concepto mismo de medios del Estado.
“En todo momento lo que se plantea es que esto debe surgir, en primer lugar, de un proceso y en segundo lugar de un debate colectivo”, subraya, y por eso repite su intención de “abrir el juego” para no quedarse en visiones excluyentes de esos conceptos. Cree que lo mejor que le puede pasar a su libro es “ser debatido”, puesto en crisis, que aparezcan quienes contradigan lo que se propone sobre los diferentes “terrenos conceptuales” mencionados. Es más, aclara que no se podrán encontrar conclusiones cerradas, sino que “como una especie oxímoron, necesariamente tiene que ser una conclusión abierta porque es una propuesta de discusión colectiva”.

Calle-universidad-calle

El autor cree que el problema medios públicos-medios gubernamentales surge “de la calle” o “del ciudadano de a pie”. Por eso, es lo que rige en las 45 entrevistas en profundidad que hizo con dirigentes de entidades civiles, representantes de los tres poderes del Estado y empresarios y dirigentes del sector privado. Precisamente, en esos diálogos trabajó sobre el eje semántico medio del Estado – sociedad civil – libertad de expresión.
Sin embargo, en estas entrevistas comprobó que “las cosas no están tan claras”. Así lo ejemplifica: “Me pasó en más de una oportunidad preguntarle a un dirigente de la sociedad civil qué es la sociedad civil y es muy difícil autodefinirse, es decir, cuáles son los límites entre el Estado y la sociedad civil, y pensar eso en función de un diseño de mejoramiento de los medios de comunicación del Estado”.
El resultado de los cuestionarios es “reflexionado” a partir de ciertos autores a los cuales llegó en una búsqueda por “cuestionar lo más que se pueda las aparentes verdades que a fuerza de repetirlas parecen ser los lugares comunes de los que hay que partir”. Trató de “desarticular”, de abrir lo que está cerrado y ver qué es lo que hay dentro.
“Es un libro deliberadamente teórico”, sostiene. “Pero no porque quiera hacer un libro complicado ni difícil, sino porque me parece que cuando se habla de este tipo de cuestiones, de proponer algo para los medios de comunicación, parece que solamente se puede hacer partiendo de determinadas premisas e incluso de una especie de jerga periodística o en lenguaje que no sea muy complicado”.
Ferrando remarca que su libro intenta “complicar las cosas”, algo que cree indispensable para “ir a fondo, discutir todo”. Saltar del conocimiento de la calle, a lo profundamente teórico, antes de volver a la discusión en la sociedad: “No digo que todos tengan que saber de Comunicación, pero quienes conduzcan un proceso de estas características no pueden no saber, tienen que saber. De hecho hay mucha gente capacitada. Pero me parece que hay que hacer una especie de labor educativa en este sentido, porque le van a dar a la gente que opine sobre la Ley de Radiodifusión y mucha gente no tiene idea de qué se trata. Mucha gente cree que LT 14 es una cosa que surgió ahí, está ahí como una planta y va a seguir así de por vida; y hacerle ver a esa gente que es un medio de comunicación del Estado, que lo pagan todos los ciudadanos, que se puede participar, que no es solamente un laburo de profesionales, es algo que puede resultar muy extraño para la gente común”.
“Hay que empezar a plantear si la sociedad civil puede participar en el diseño de las programaciones de los medios del Estado, por ejemplo. ¿Por qué no? Hay que pensar cuáles son las mejores formas de incorporarla. Pero hay que hacer una labor de esclarecimiento de eso”, remarca.
La salida de Todo por decir (editorial Dunken) coincide con la apertura de la discusión de una nueva Ley de Radiodifusión, que podría por fin reemplazar a la que rige desde la última dictadura. En ese sentido, el libro, después de un largo proceso de elaboración, aparecerá en el momento justo. “La discusión de la nueva ley no va a ser fácil”, advierte. “No olvidemos que entre la dictadura militar y la década menemista, este país fue arrasado en muchos aspectos. La concentración brutal que sufrió el sector de los medios de comunicación es algo que va a ser muy difícil voltear de un día para el otro. De todas maneras, si no es así, si los intereses de ciertos sectores concentrados hacen que sea difícil lograr que esto sea un poco más democrático, el fortalecimiento del sistema de medios públicos es una oportunidad que el gobierno puede tener para contrarrestar lo que podría ser una Ley de Radiodifusión que finalmente no sea tan satisfactoria como se pensaba”.
Ferrando agradece a la universidad pública, por ser la institución que todavía sigue permitiendo a los hijos de los trabajadores “acceder al conocimiento universal”. Esto está expresado incluso en los agradecimientos del libro. Así y todo, la intención nunca fue que la tesis quedara “guardada en un cajón” de una biblioteca, sino que volviera a la calle. “No me voy a meter en el terreno del divorcio que puede haber entre lo académico y lo público, pero yo estuve simultáneamente en ambos lugares y viví eso: la divisoria que hubo siempre, por ejemplo, entre la facultad y la radio, que están casa de por medio y sin embargo no tienen relación prácticamente, no la han tenido durante muchos años”.
Entonces, tratando de “pensar las cosas más integralmente”, puso sus ideas en un libro y lo publicó por su cuenta como un emprendimiento personal. “Siempre está la tentación de meterlo en algún proyecto o llevárselo a algún político. Yo traté de evitar todo eso y acá está. Es nada más que una propuesta de discusión y si a alguien le interesa, bien. Y si a la sociedad no le interesa o la política está para otra cosa, no hay problema. Para mí es una satisfacción personal y además son varios años de trabajo”.